La Antorcha Olímpica de Vilagrasa cumple 30 años
Los Juegos Olímpicos de Barcelona fueron un momento clave en la historia del deporte, además de un evento que
marcó el inicio de una época dorada para el diseño catalán.
Diseñada por André Ricard Sala y Josep Vilagrasa, la Antorcha Olímpica de los Juegos Olímpicos de Barcelona
1992 sigue siendo todo un icono a día de hoy, 30 años después de su celebración.
En 1992, Barcelona albergó uno de los eventos deportivos más importantes a nivel mundial cuyo recuerdo aún sigue
más vivo que nunca, ya que también provocó una revolución que venía gestándose en el ámbito del diseño y la
producción local, para acabar manifestándose finalmente en todas sus facetas:las artes gráficas, el diseño industrial,
la arquitectura y el urbanismo de la ciudad.
El diseño de la Antorcha Olímpica fue fruto de la estrecha colaboración entre el diseñador industrial André Ricard y
Josep Vilagrasa, director de Vilagrasa en aquellos momentos y encargado de realizar la comercialización directa de
los artículos producidos por esta compañía dedicada al trabajo del metal. El proceso de creación de la Antorcha
Olímpica implicó que ambas figuras se involucraran rigurosamente en su concepción y desarrollo, poniendo especial
atención a todos los detalles de este singular objeto durante todas las fases de su producción.
Cuando Ricard recibió este encargo, lo primero que pensó fue que debía ser un diseño contemporáneo que reflejase
fielmente el espíritu de la Barcelona de su época. Fueron necesarios numerosos bocetos para que el diseñador
consiguiera su propósito: romper con la tradición en el diseño de antorchas con respecto a las ediciones anteriores
de los Juegos Olímpicos y posicionar a Barcelona como una capital moderna e internacional.
Vilagrasa tenía una sólida experiencia en el trabajo del metal, pero la Antorcha Olímpica supuso un nuevo e
importante reto para la empresa en aquella época, ya que se trataba de un producto absolutamente excepcional con
respecto a lo que la compañía solía venir trabajando.
En sus inicios, Vilagrasa había producido componentes para lámparas, lo cual fue de gran utilidad a la hora de
abordar esta pieza. De este modo, el proyecto industrial de la antorcha corrió a manos de Vilagrasa, trabajando
mano a mano con André Ricard y la empresa Catalana de Gas, responsables del aparato de combustión interna de
la antorcha.
Como consecuencia, el diseño de la Antorcha Olímpica tiene un estilo innovador y un marcado carácter asimétrico.
El diseño de su base circular remite al pebetero, aludiendo también al destino final de la llama que sería transportada
desde Grecia y a lo largo y ancho de todo el territorio español. Asimismo, las formas cónicas y triangulares de este
diseño parecen inspirarse en las tradicionales ánforas y en la velas latinas, lo que le otorga un carácter típicamente
mediterráneo.
Basándose en este modelo de antorcha realizada en aluminio cromado por Vilagrasa, se produjeron más de 10.000
antorchas con el emblemático diseño proyectado por Ricard, que recorrieron más de 6.000 km entre el
desplazamiento entre Olimpia y Atenas en Grecia, y cubriendo numerosos puntos de la península y las islas tras su
llegada a Ampurias.
La noche del 24 de junio, la llama portada en la Antorcha Olímpica recorrió las calles de Barcelona ante un público
que aguardaba expectante el momento. Un día más tarde, durante la celebración de la ceremonia inaugural, la
antorcha llegó al Estadio Olímpico, donde Antonio Rebollo encendió una flecha con el fuego que ésta traía y
encendió con su llama el pebetero, dando así comienzo a los Juegos Olímpicos.
Tras el 30 aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona, desde Vilagrasa queremos celebrar un momento
histórico para el deporte y para nuestra compañía, que asumió el reto de producir la antorcha con la que se
encendiera el fuego olímpico de Barcelona 1992. Una llama que aún sentimos viva a día de hoy.